Las consecuencias económicas de la pandemia elevaron en un 14% el número de personas que recibieron ayuda del Banco de Alimentos de Álava, según recoge la Memoria de la entidad correspondiente al último ejercicio, que destaca el papel de donantes y voluntarios en la lucha contra la injusticia del hambre. De acuerdo a los datos ofrecidos por el Banco de Alimentos, 7.095 beneficiaros fueron atendidos por las distintas asociaciones de consumo o reparto frente a las 6.209 que lo hicieron el año anterior

La labor del BAA se ha visto condicionada por las medidas restrictivas para hacer frente a la Covid 19, hasta el punto de que tuvo que cerrar sus instalaciones centrales unos días tras decretarse el estado de alarma en marzo de 2020. “El camino del último año ha estado plagado de obstáculos, de piedras, recuerda el presidente de la entidad, Daniel Fernández, pero con esfuerzo e ilusión las mismas piedras que pueden provocar tropiezos pueden servir para construir puentes, puentes de solidaridad”.

La Gran Recogida, piedra angular de la sensibilización en la labor de la sociedad para atender bolsas de pobreza que arrastran al hambre todavía a cientos de personas en el territorio, tuvo que reinventarse ante la imposibilidad de desplegar en los comercios los equipos de recolección. Las circunstancias especiales en las que se desarrolló hacían prever un desplome de la entrega de alimentos, ya que frente a los 80 comercios en los que se podían donar hace un año, en esta ocasión solo hubo cinco puestos. Sin embargo, la solidaridad resistió el embate del coronavirus con donaciones directas y los denominados bonos-alimentos, que pasaron de 53.000 a 276.000 euros.

La solidaridad de la sociedad alavesa ha permitido, en definitiva, mantener la tensión en la ayuda a los más desfavorecidos. Y el trabajo de los voluntarios apoyados por medidas preventivas de sanidad muy estrictas ha logrado vehicular las entregas de los alimentos. Lácteos y huevos suman, como en años anteriores, algo más de la cuarta parte del conjunto de alimentos distribuidos, seguidos por los denominados productos frescos de ‘último minuto’ y las frutas y hortalizas, que se han incrementado un 50%, un aumento impulsado por el objetivo de mejorar el tipo de comida facilitada.

Un presente complicado anticipa un futuro incierto. Los responsables del Banco de Alimentos temen que la devastación económica incremente las bolsas de pobreza. El agradecimiento a los 1,867 donantes particulares, a la industria agroalimentaria y a las instituciones se acompaña, así, de un llamamiento a mantener el apoyo para poder seguir combatiendo la lacra del hambre,

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